sábado, 3 de marzo de 2007

Cadenas

Borra esa sonrisa de tu cara. Cámbiala por una de deseo. Esa es la que me ata a ti.

Rodea tu cuerpo con esas cadenas y entra en mi juego. Luego te obligaré a arrodillarte y te taparé los ojos con tus propios párpados. La oscuridad no será el presagio de un sueño, sino el inicio de otra realidad.
Y suspirarás de nuevo, y el atractivo azar de lo ya conocido te sumergirá en mi cuerpo, mis tacones se clavarán con fuerza y mi boca te guiará en tu camino ordenándote cuando y como debes respirar y en que momento justo liberar el aprisionado veneno que guardas sólo para mí.

Nunca se detiene el reloj, seguirá impasible su lucha por separarnos de nuevo. Es él quien rompe las cadenas y en lugar de liberarnos, nos condena de nuevo a la espera.

Cruel castigo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El cruel castigo del reloj que me dice que ahora no estás para encadenarme a ti.

Espero encadenado.